martes, 4 de octubre de 2016

El esguince de 3er grado

Un día antes de mi boda mi abuela había sufrido un accidente en su cocina, al estar haciendo la una salsa verde, no se percató que un tomate verde había caído el suelo, y cuando regresó a la cocina, pisó el tomate y sus piernas hicieron un compás bastante amplio.

Con todas las cosas pendientes para ese día mi madre me dijo lo que le había sucedido y que posiblemente no podría ir a mi boda, algo triste pero sabía que primero estaba la salud de mi abuela Carmen.

Para no hacer el cuento largo, una vez en la recepción, mi esposa y yo nos dispusimos a saludar a todos los invitados a la fiesta, cuando llegamos a la mesa de mi abuela, ella traía un bastón y camina con mucha dificultad, me alegré de que pudiera haber ido y le pedí que no se levantara cuando fui a saludarla.

Ya en pleno baile al centro de la pista, me tocó ir al baño y cuando pase al lado de la mesa de mi abuela, cual fue mi sorpresa, estaba bailando como pirinola, mágicamente el esguince de tercer grado se había curado.


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