martes, 26 de julio de 2016

La orilla rellena de queso

Pues en esta ocasión les platicaré de una anécdota donde mi abuelo Vicente, (Q.E.P.D.) participó.

Resulta que en un viaje a la CDMX, antes también llamado "Chilangolandia", mis abuelos acompañados de mi madre, creo, tenían hambre, y se les hizo fácil, entrar a Pizza Hut; cabe destacar que esto pasó hace mas de 12 años, cuando las pizzas con la orilla rellena eran técnicamente nuevas en México (Para los jóvenes que leen esto, es cierto, la orilla con queso no ha existido siempre); regresando a la historia, a mi abuelo se le ocurrió pedir la pizza con orilla rellena de queso.

Mi abuela Carmen, le pregunta a mi abuelo que cómo le ponen el queso a las orillas de la pizza, y mi abuelo con toda la seguridad del mundo le dice a mi abuela:  "Hay vieja, pues cuando te dan la pizza te dan dos jeringas grandes con el queso muy caliente, se lo tienes que poner rápido, sino se tapan las agujas", mi abuela se quedó pensando pero ya no preguntó.



Cual fue la sorpresa del chico que llevó la pizza a la mesa de mis abuelos, cuando mi abuelita preguntó por las jeringas con el queso...
Ya se imaginarán la risa de todos, jajajajaja.

El próximo martes otra historia.

martes, 19 de julio de 2016

La salsa que se quiso tirar... comenzamos

Les doy la bienvenida a este pequeño homenaje que hago a mi abuela Carmen, María del Carmen Hernández Vergara, para efectos legales.

Resulta ser que desde que que tengo uso de razón, y mis familiares no me dejarán mentir, le pasa cada cosa a mi abuela, que era importante reconocer cada una de sus aventuras; para comenzar, les contaré cuando en la cocina de mi abuela, "La salsa se quiso tirar".

Pues resulta que cierto día mi abuela Carmen, estaba cocinando de manera normal, quiero suponer que tenia planeado hacer una salsa, no se si la quería acompañar con carne de res, de puerco o simplemente unas enchiladas, cuando se dispuso a poner todos los ingredientes dentro de la licuadora, no se dio cuenta a tiempo que la tapadera no estaba bien colocada, cuando llegó el momento de encenderla, pues todo fue un caos. La cara de mi abuela fue épica, no podía creer que su salsa estuviera esparcida y para sorpresa de todos lo que decidió hacer fue tomar la licuadora y mientras tiraba el resto de la salsa por toda su cocina decía con furia y odio: "Querías tirarte? pues tírate por todos lados pinche salsa (sic)".


Momentos después se dio cuenta que había hecho un desastre mayor, pero al menos había descargado su coraje, y ya más tranquila se dispuso a limpiar todo aquél tiradero de salsa en su cocina.

La próxima semana otra pequeña entrega de las aventuras de mi abuela, si alguien de mi familia quiere colaborar en este espacio, con gusto recibo comentarios y sugerencias.